La piel sensible tiene diferentes perfiles. La piel intolerante, enrojecida, seca o deshidratada puede ser sensible. Tienen una cosa en común: la piel es hiper-reactiva a algunos factores.
Los diferentes síntomas de la piel sensible
La piel sensible no tiene por qué ser una piel alérgica. Es un tipo de piel, por naturaleza, más vulnerable a los ataques externos a los que reacciona. Esta hiper-reactividad está ligada directamente a la excitabilidad de las terminaciones nerviosas de la piel. De acuerdo con cada perfil, la piel sensible puede, por lo tanto, manifestarse a través de diferentes tipos de reactividad que pueden acumularse: picazón, tirantez, calor y/o sensaciones de quemazón, a veces combinadas con rojeces.
Los 3 orígenes de la reactividad de la piel
La reactividad de la piel puede tener diferentes causas. Puede ser:
- medioambiental: calor, frío, viento, sol o incluso cambios bruscos de temperatura y la polución atmosférica puede producir picores, sensaciones de quemazón, rojeces o la molesta sensación de calor.
- contacto: la aplicación de un producto que contiene un ingrediente que es poco tolerado, el contacto de la piel con agua muy dura o con ciertos tejidos puede provocar sensaciones molestas: picor, tirantez o rojeces.
- vascular: las paredes de los vasos sanguíneos se debilitan bajo la influencia de algunos factores externos, como cambios en la temperatura, o cambios internos, como comer cosas picantes o la ingesta de alcohol. La aparición de rubor, rojeces y la molesta sensación de calor pueden ser signos reveladores.